De viñeta a Viñeta: Los Patricios
Haciendo memoria, es muy posible que desde hace más de una década no haya vuelto a leer un tebeo de la escuela Bruguera. Me explico. Hace tiempo que no tengo en mis manos un tomo de Zipi y Zape, Botones Sacarino, Mortadelo y Filemón o Superlópez. También es posible que ya no se hagan tebeos como los de antes, con sus historias rocambolescas, sus fondos llenos de personajes ridículos y cómicos, que por si mismos narran una historia paralela, sus personajes de moral más que cuestionable pero simpáticos y cercanos al fin al cabo.
Es posible que Juan Díaz Canales (Blacksad) y Gabor (Green World) pensaran eso mismo antes de liarse la manta en la cabeza para crear Los Patricios (para el mercado franco belga), la extraña aventura de Taq, escritor de novelas de misterio de éxito, pero con poco rigor histórico, que hastiado de su situación y del poco interés que suscita su gran pasión, la poesía, termina con un colapso emocional y mental tras recibir el encargo de crear una mascota para los futuribles juegos olímpicos (y ya puestos, también los de invierno) de su pequeño y olvidado pueblo en medio de la montaña, de mano de su ambicioso alcalde, aficionado a realizar obras monumentales (extrañamente me recuerda a cierto alcalde de Madrid).
En un intento de olvidarse de todos sus problemas, la histérica de su novia, su mejor amigo y gorrón a jornada completa, le recomiendan que realice un ejercicio de brainstorm mientras se toma un baño de espuma. De su mente terminan naciendo Los Patricios, pequeños personajillos creados de su subconsciente, cuyo único cometido es conquistar el mundo, siempre y cuando la mascota diseña por Taq (ayudado por el cretino primo de su novia) no se come y destruye todo lo que encuentra a su alrededor.
Los Patricios es una obra divertida, acta para cualquier edad, repleta de homenajes a autores como Escobar, Ibáñez o Jan, de los cuales extraen sus juegos de dobles sentidos e imposibles situaciones, en un ejercicio de superación por parte del protagonista, ya que no tiene más remedio, intentando no perder la poca cordura que posee en el transcurso de la historia.
Canales y Gabor se las ingenian para crear unos personajes atemporales como actuales, reconocibles por todos, independientemente de la edad, ya que es posible que alguna de tus amistades se parezcan peligrosamente; además, estando escudados por los entrañables Patricios, como si fueran una extensión ibérica de los famosos Pokemon, la ensalada de personajes obtiene un punto mayor de ironía. Un Patricio es capaz de realizar todo aquello que una persona, más o menos, sensata no hace.
Con un estilo gráfico más cercano al cartoon que a la parodia gráfica, Los Patricios se descuelga de la marabunta de novedades que inundan hoy en día nuestras librerías, recuperando el regustillo clásico de nuestras lecturas de la infancia, tan necesarias para nuestro aprendizaje literario, como nuestro divertimento general.
Es posible que Juan Díaz Canales (Blacksad) y Gabor (Green World) pensaran eso mismo antes de liarse la manta en la cabeza para crear Los Patricios (para el mercado franco belga), la extraña aventura de Taq, escritor de novelas de misterio de éxito, pero con poco rigor histórico, que hastiado de su situación y del poco interés que suscita su gran pasión, la poesía, termina con un colapso emocional y mental tras recibir el encargo de crear una mascota para los futuribles juegos olímpicos (y ya puestos, también los de invierno) de su pequeño y olvidado pueblo en medio de la montaña, de mano de su ambicioso alcalde, aficionado a realizar obras monumentales (extrañamente me recuerda a cierto alcalde de Madrid).
En un intento de olvidarse de todos sus problemas, la histérica de su novia, su mejor amigo y gorrón a jornada completa, le recomiendan que realice un ejercicio de brainstorm mientras se toma un baño de espuma. De su mente terminan naciendo Los Patricios, pequeños personajillos creados de su subconsciente, cuyo único cometido es conquistar el mundo, siempre y cuando la mascota diseña por Taq (ayudado por el cretino primo de su novia) no se come y destruye todo lo que encuentra a su alrededor.
Los Patricios es una obra divertida, acta para cualquier edad, repleta de homenajes a autores como Escobar, Ibáñez o Jan, de los cuales extraen sus juegos de dobles sentidos e imposibles situaciones, en un ejercicio de superación por parte del protagonista, ya que no tiene más remedio, intentando no perder la poca cordura que posee en el transcurso de la historia.
Canales y Gabor se las ingenian para crear unos personajes atemporales como actuales, reconocibles por todos, independientemente de la edad, ya que es posible que alguna de tus amistades se parezcan peligrosamente; además, estando escudados por los entrañables Patricios, como si fueran una extensión ibérica de los famosos Pokemon, la ensalada de personajes obtiene un punto mayor de ironía. Un Patricio es capaz de realizar todo aquello que una persona, más o menos, sensata no hace.
Con un estilo gráfico más cercano al cartoon que a la parodia gráfica, Los Patricios se descuelga de la marabunta de novedades que inundan hoy en día nuestras librerías, recuperando el regustillo clásico de nuestras lecturas de la infancia, tan necesarias para nuestro aprendizaje literario, como nuestro divertimento general.
2 Comments:
Mierda, no gane el concurso, no participe, no me acordaba....
noviembre 05, 2010 5:16 p. m.
Pues te vas al librero y se lo pides...
noviembre 09, 2010 10:23 a. m.
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