Sicarios: Lo maté por el Yogurt
No es fácil hablar de un tebeo el cual ha nacido a partir de una idea tuya y del que has formado parte de su concepción creativa (difícilmente se puede llegar a ser imparcial del todo). Podría obviar los puntos negativos y simplemente alabar las virtudes del mismo, haciendo un ejercicio autocomplaciente, masturbatorio del gran autor que podría (llegar a) ser. También podría hacer un examen de conciencia para señalar defectos y puntos positivos que independientemente sean atribuidos o no a mi contribución.
O simplemente puedo hablar del tebeo y dejar de lado cualquier sesgo que no contribuya al texto.
Riot Girl y Phil Anselmo dejan atrás el desierto y sus secretos, recuperando a duras penas el tiempo perdido desde su último trabajo en la polvorienta Olmito para llegar a Austin (Texas), donde Alistar "Huggy" Ross les promete que el próximo trabajo, no exento de dificultad, es una gran oportunidad para resarcirse de sus anteriores malas decisiones, además de realizar un trabajo con un inmejorable fin: salvar vidas inocentes de un traficante de drogas.
Continuando con la esencia de la serie, homenajeando un género distinto en cada capítulo, Roberto Corroto y yo mismo bajo una propuesta de historia propia (que podéis leer en la imagen de aquí abajo, comprobando las ideas iniciales que han variado o desaparecido hasta el guión definitivo), mezclamos el ritmo de la película de acción desbocada The Raid/Redada de Gareth Evans con los vídeojuegos añejos de plataformas, haciendo hincapié en cierto famoso juego de lucha, para recrearnos en todas las posibilidades que proporcionan estos modernos Robin Hoods en Lo maté por el Yogurt, el tebeo más ambicioso de Sicarios.
Con la sencilla propuesta de realizar un encargo al más puro estilo de Misión Imposible, Riot Girl y Phil deberán sortear las diversas dificultades que se irán encontrando en cada piso del hotel donde se encuentran encerrados los niños, peligros que homenajean todos ellos películas de Kun-Fu, vídeojuegos, películas de acción ochenteras, tebeos (una de mis aportaciones favoritas), e incluso al maestro Russ Meyer, para enfrentarse al villano de la función, Ham Tyler, el Final Boss figura oculta detrás del secuestro de los niños inocentes, causante por cierto de la fabricación de la nueva droga llamada Yogurt.
Tras el capítulo de transición que resultó ser Saint Rose, Lo maté por el Yogurt es el pico definitivo de esta montaña rusa que resulta ser Sicarios, un punto y aparte en la historia-río que iniciaron Roberto Corroto y Ertito Montana hace ya unos cuatro años.
Con el lineal ritmo e hilo conductor de un juego de plataformas como base de la historia, Ertito Montana plasma en cada plancha el esfuerzo titánico de los protagonistas por alcanzar el punto medio, el piso central del Hotel JW Marriot (edificio que existe en realidad por cierto), superando los diversos enemigos, cada uno con sus peculiaridades gráficas, por no hablar de las coreografías, todas diferentes, con las cuales Riot y Phil encaran a sus adversarios.
De nuevo más suelto en su trazo, más cómodo en las escenas de acción y de composición de página en esos momentos donde el humor y el desarrollo hacen acto de presencia, Ertito Montana (bien acompañado por la paleta de colores de Juan Albarran, que consigue diferenciar con soltura los retos que imponen las variopintas y diversas escenas de acción) consigue que este tebeo sea diferente a la vez que continuista de los anteriores, aún cuando se desmelena y llena de pequeñas viñetas algunas planchas.
Los recursos propios del medio, algunas por desgracia ya en desuso cómo las onomatopeyas, la banda sonora de los tebeos, hacen acto de presencia, descarrilando la acción cuando se necesita, engrandeciendo la narrativa y comprensión de aquello que estamos leyendo plasmado en viñetas de todos los tamaños. Por no hablar de todos los guiños que están a la vista.
Podría seguir hablando del tebeo, pero es mejor que lo leáis y descubráis por vosotros mismos los secretos que esconden las más de 30 páginas de acción hormonada de Sicarios. Ya habrá tiempo para desvelaros.
Lo maté por el Yogurt es un pequeño sueño hecho realidad para mi, una piedra donde apoyar las aventuras de estos singulares Sicarios. Y quién sabe, la primera de muchas colaboraciones con los chicos de Zona 00 Comics.
Continuando con la esencia de la serie, homenajeando un género distinto en cada capítulo, Roberto Corroto y yo mismo bajo una propuesta de historia propia (que podéis leer en la imagen de aquí abajo, comprobando las ideas iniciales que han variado o desaparecido hasta el guión definitivo), mezclamos el ritmo de la película de acción desbocada The Raid/Redada de Gareth Evans con los vídeojuegos añejos de plataformas, haciendo hincapié en cierto famoso juego de lucha, para recrearnos en todas las posibilidades que proporcionan estos modernos Robin Hoods en Lo maté por el Yogurt, el tebeo más ambicioso de Sicarios.
Con la sencilla propuesta de realizar un encargo al más puro estilo de Misión Imposible, Riot Girl y Phil deberán sortear las diversas dificultades que se irán encontrando en cada piso del hotel donde se encuentran encerrados los niños, peligros que homenajean todos ellos películas de Kun-Fu, vídeojuegos, películas de acción ochenteras, tebeos (una de mis aportaciones favoritas), e incluso al maestro Russ Meyer, para enfrentarse al villano de la función, Ham Tyler, el Final Boss figura oculta detrás del secuestro de los niños inocentes, causante por cierto de la fabricación de la nueva droga llamada Yogurt.
Tras el capítulo de transición que resultó ser Saint Rose, Lo maté por el Yogurt es el pico definitivo de esta montaña rusa que resulta ser Sicarios, un punto y aparte en la historia-río que iniciaron Roberto Corroto y Ertito Montana hace ya unos cuatro años.
Con el lineal ritmo e hilo conductor de un juego de plataformas como base de la historia, Ertito Montana plasma en cada plancha el esfuerzo titánico de los protagonistas por alcanzar el punto medio, el piso central del Hotel JW Marriot (edificio que existe en realidad por cierto), superando los diversos enemigos, cada uno con sus peculiaridades gráficas, por no hablar de las coreografías, todas diferentes, con las cuales Riot y Phil encaran a sus adversarios.
De nuevo más suelto en su trazo, más cómodo en las escenas de acción y de composición de página en esos momentos donde el humor y el desarrollo hacen acto de presencia, Ertito Montana (bien acompañado por la paleta de colores de Juan Albarran, que consigue diferenciar con soltura los retos que imponen las variopintas y diversas escenas de acción) consigue que este tebeo sea diferente a la vez que continuista de los anteriores, aún cuando se desmelena y llena de pequeñas viñetas algunas planchas.
Los recursos propios del medio, algunas por desgracia ya en desuso cómo las onomatopeyas, la banda sonora de los tebeos, hacen acto de presencia, descarrilando la acción cuando se necesita, engrandeciendo la narrativa y comprensión de aquello que estamos leyendo plasmado en viñetas de todos los tamaños. Por no hablar de todos los guiños que están a la vista.
Podría seguir hablando del tebeo, pero es mejor que lo leáis y descubráis por vosotros mismos los secretos que esconden las más de 30 páginas de acción hormonada de Sicarios. Ya habrá tiempo para desvelaros.
Lo maté por el Yogurt es un pequeño sueño hecho realidad para mi, una piedra donde apoyar las aventuras de estos singulares Sicarios. Y quién sabe, la primera de muchas colaboraciones con los chicos de Zona 00 Comics.
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