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lunes, noviembre 30, 2020

Subnormal, una historia de acoso escolar

Comentaba a mi pareja que la mejor manera de definir este tebeo sería equipararla con Campeones, la genial película de Javier Fesser que nos mostraba el lado amable y divertido de un grupo de personas con discapacidad intelectual, logrando normalizar la situación casi oculta de este colectivo en la sociedad y en el día a día de los medios de comunicación.

Pero donde ganar o perder un partido de baloncesto no supone más que un avance emocional para todos sus protagonistas, en este tebeo, en esta otra historia, formar parte de un equipo de baloncesto te salva la vida.

Los vigueses Fernando Llor (La Confesión, El último día) al teclado y Miguel Porto (El Manglar, Malfario) a los lápices nos muestran otra realidad, aún más oculta, aún más cruel, el acoso escolar, donde ganar es vivir otro día en un mundo no tan amable, ni colorido.



Subnormal, una historia de acoso escolar es la historia real de Iñaki Zubizarreta Tellería, antiguo jugador profesional de la ACB, cuya infancia y adolescencia se tornó en una pesadilla diaria al sufrir todo tipo de vejaciones por parte de sus compañeros de colegio, e incluso de su propia profesora, simplemente por tener 11 años, ser algo introvertido y medir más que la media.

Resulta muy simple girar la cabeza e ignorar lo que nos rodea siempre y cuando evitemos que nos moleste o salpique. El acoso escolar, u otro tipo de acoso, es uno de los grandes males más ignorados por parte de todos, ya que normalmente el miedo a intervenir y fracasar o que te señalen (y juzguen, que no deja de ser otra manera de acoso) es mayor que las ganas de ayudar.

Pero Llor no quiere entrar en un debate con el lector, y por ende convencernos de salvar a todo aquel que sufre cualquier tipo de acoso. Él quiere mostrarnos de la manera más cruda y directa posible la historia de Iñaki, sin florituras, contarnos una historia de acoso, desesperación y superación personal, sin entrar en el espectáculo ni el morbo que vemos en cualquier programa de televisión o intento de documental.



Con una sencillez narrativa por bandera, Llor evita sumergirse en farragosos caminos para contarnos aquello que simplemente necesitamos ver y leer, una historia lineal sin saltos temporales artificiosos. No estamos ante un thriller o una novela histórica, que requieren explicaciones y flashbacks para entender la historia. Aquí hay un protagonista, una situación, el resto son secundarios que ayudan (dan paso) al desarrollo del trama, no llegan a ser meros espectadores, pero casi.

La motivación del acosado y los acosadores no se explica, no hace falta, está ahí y punto. No es necesaria por que la vemos, la sentimos, e incluso, la comprendemos a nuestro pesar.

Aún tomando alguna que otra libertad creativa para potenciar el mensaje (el móvil no existía en la época donde el protagonista sufría acoso escolar), Llor sale airoso al economizar la historia que el propio Iñaki le ha contado, evitando estirar en demasía la trama y desvirtuar la lucha interior y exterior por sobrevivir, sin que además se proyectara hacía su propia familia.

Con ese mismo ahorro de recursos narrativos plasma Miguel Porto la historia. Alejándose de sus experimentos narrativos por los cuales es muy reconocido (explosiones gráficas muy dinámicas), aquí Porto se limita a lo más básico, y a su vez nada sencillo, narrar la historia y que esta se entienda, por que ella es la protagonista, no el lucimiento del dibujante.



Páginas con un trazo más limpio, más cercanas a la BD franco-belga que al nuevo estilo independiente que nos viene desde tierras americanas, Porto se maneja a la perfección, sobre todo en las expresiones y en cómo se mueven todos y cada uno de los personajes que aparecen en las viñetas, por que ese lenguaje que desprende Iñaki, toda esa información que su propio cuerpo y sus expresiones faciales nos muestra, no necesitan diálogos ni explicaciones de más, de igual manera que un excelso actor de teatro.

Está claro que Subnormal, una historia de acoso escolar no pasará a la historia como la obra cumbre de ambos autores, pero si será la más relevante, aquella por la que serán reconocidos. Puede gustar o no, pero esa no es su función, sino mostrar una verdad, que sea otro paso para evitar una lacra ignorada.