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lunes, septiembre 19, 2005

Efecto Katrina

Han pasado bastantes días desde que el huracán Katrina asolara el estado de Luisiana en Estados Unidos. La conclusión al ver la imágines por televisión era que estábamos viendo un país del tercer mundo cubierto por las aguas procedentes de grandes oleajes, y no la superpotencia mundial que representa. Y para colmo de males, ahora la costa americana está siendo visitada por otro huracán llamado Ophelia.
Los grandes perjudicados han sido los de siempre, gente humilde con pocos recursos, sin la posibilidad de movilizarse por sus propios medios, medios que nunca llegaron por desidia de las autoridades competentes, ya sean del estado o del gobierno central. Y este es el punto que quisiera tratar.
Como és posible que haya ocurrido esto, sabiendo de antemano que el huracán iba aparecer, y nadie hiciera nada al respecto. Ni una ayuda por parte de los estados colindantes o del gobierno central, representada por el ejercito y su basto arsenal móvil (como pueden ser aviones de transporte, barcos, tanquetas, jeep, camiones, etc), por mucho que se pidiera desde el ayuntamiento de Nueva Orleans.
Cierto que es muy complicado tratar de comprender los movimientos o cambios de estos fenómenos atmosféricos, pero no es nada nuevo para el país norteamericano. Ahora vienen los lloros, las visitas del presidente Bush (propiciadas en parte por las críticas, su bajada de popularidad, y en gran parte por la acusación de racismo hacia la gente de color), todos los medios humanos están allí ayudando, que a muchos llega tarde, las ayudas internacionales.
En entonces por qué tras la tormenta no ha llegado la calma. Toda la gente que no ha perdido su casa y pertenencias, se encuentra encañonada por el ejercito para que abandone su casa en pro de ayudarles; algunos disparan a aquellos que quieren salvarlos; la venta de armas ha subido de forma alarmada; la ciudad tomada con ley marcial. Da la sensación que vuelven al siglo XIX, al viejo Oeste, y posiblemente más cosas que no vemos. Esto es un gran país de libertad y oportunidades.
No digo que si hubiera ocurrido en Europa, el desastre fuera menor; llevamos dos veranos continuados con inundaciones en Centroeuropa, pero la sensación es otra. Hay movimiento, la ayuda llega a la gente antes del desastre, y sobre todo, existe la sensación de coordinación y saber hacer.
Lo más seguro que más tarde que temprano los americanos se olviden del sur, vuelvan a jalear a su presidente, y no echen en cara la ayuda internacional que en algunos sectores políticos no ha sentado bien, por dar la sensación de debilidad, y se preocupen por la nueva temporada de NBA.
Dios salve a América, por que entre ellos no hay solidaridad.
www.dancingwithkatrina.blogspot.com