viernes, diciembre 24, 2021
lunes, agosto 30, 2021
jueves, abril 01, 2021
Lady Enigma
Resulta muy curioso el momento de enfrentarse a una obra nueva cuando únicamente conoces su título y poco más. Haces suposiciones en tu cabeza tratando de discernir a través de esa única pista de qué puede ir esa obra, aunque conociendo de antemano quién está detrás de esa obra, las suposiciones se difuminan sin pensarlo.
Sarah Perkins se mantiene en un estado continuo de embriaguez para acallar un fausto recuerdo de su niñez, marcado por la muerte de sus padres en unas condiciones un tanto extrañas. Además, también es una peculiar manera de afrontar ciertas habilidades de corte paranormal, habilidades que ayudan a resolver los casos más extraños que su hermano Brian, inspector de Scotland Yard, pone a modo de incentivo delante de sus narices para sacarla de esa espiral autocomplaciente.
Dicho esto, está más que claro que Sherlock Holmes, el Doctor House y nuestra protagonista comparten rasgos de personalidad muy marcados, vicios profundos y una formación intelectual (y, en apariencia, física) que resultan demasiado atractivos para todo tipo de lector. Por no decir que todos ellos comparten un trasunto de Sancho Panza que estará a su lado pase lo que pase.
Como no podía ser de otra manera, con estos mimbres, el guionista David Braña (Vivar, El Azote) no podía andar muy lejos, creando un nuevo "investigador" dentro de uno de sus géneros predilectos, el detectivesco, unido inevitablemente al relato de terror gótico en la cual Lady Enigma (curiosamente un personaje inventado por la propia Sarah para dotar de rostro a los lectores que devoran sus aventuras escritas por ella misma, otra coincidencia hermanada con el Doctor Watson, el cual escribía las aventuras de Holmes para deleite del gran público) se mueve con suma facilidad en el Londres victoriano de finales del Siglo XIX.
Lady Enigma nace como webcomic para la plataforma de David Lloyd, Aces Weekly, revista digital de historietas donde comparte laureles con Sicarios de Roberto Corroto y Ertito Montana. La manera de publicación apaisada y visualización rápida, características que a priori condicionarían la gestación del tebeo, han resultado ser sus mayores virtudes, con una línea sencilla en el apartado gráfico y una economía de palabras que eliminan todo aquello que pueda resultar superfluo e innecesario para la historia.
De esta manera, Braña se olvida de presentaciones y nos dirige desde la primera página hacia la acción, dejando que el hilo conductor nos informe de lo necesario sobre la trama y sus protagonistas, ya que ellos son la excusa ideal para presentarnos todo tipo de fantasmas, científicos locos, cuadros endemoniados, e incluso mujeres samuráis reales, todos ellos elementos indispensables para que Lady Enigma resuelva sus rompecabezas mientras recompone su vida.
Estamos ante unas historias de corte policíaco, una lectura sencilla (no simple) con un aire de aventuras clásicas con giros fantásticos y horror al final, historias que se mueven en distintas aguas indistintamente de la resolución final, que en muchos casos me recuerdan a los estupendos cuentos de Edgar Allan Poe, viniéndome a la cabeza La caída de la Casa Usher, pero sobre todo la sublime Los crímenes de la calle Morgue, el primer relato donde apareció August Dupin. ¿Casualidad?, no lo creo.
Pero nada de este disfrute estaría completo sin el trazo amable de la gaditana Olga Carmona Peral (Normal, Todas Putas), que ha sabido adaptarse a un formato de lectura poco ortodoxo y adaptar unos guiones que manos de un dibujante más realista y oscuro, hubieran dado como resultado otro tebeo, igualmente válido, pero significativamente diferente. Y en mi caso, menos atractivo.
Imperando la línea clara y sencilla, que a igual que el guión, Olga realiza una economía de esfuerzos gráficos para no apabullar al lector con demasiados detalles, dibujando lo justo y necesario para adentrarnos en la historia, en la época y en los lugares de manera muy reconocible a primera vista. De este modo, nos encontramos un equilibrio entre el "crimen" y el costumbrismo de la errática vida de Sarah en contraposición a la de su hermano Brian. Así mismo, la parte divertida, el villano o monstruo de la semana (en este caso capítulo), no cae en el error de convertirse en el enemigo abatir típico de los dibujos animados de Scooby Doo, son antagonistas peligrosos y feos, pero no ridículos y floridos.
Lady Enigma es una lectura adictiva, rápida de consumir, pero sobre todo, de saborear, con esa mezcla de novela clásica y película de aventuras actuales. Se echa de menos algo más de locura steampunk, que la tiene, pero me parece que formará parte de las futuras aventuras de Sarah Perkins y su fiel aliado.
Entrevista con David Braña en Tomando un Chiriflús
Entrevista con Mercedes del Castillo, editora de The Rocketman Project en Tomando un Chiriflús
martes, marzo 02, 2021
Vivar
De buenas a primeras, la Serie Negra ha gozado de poco interés, en principio, para el gran público en España. Más allá de Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, o Javier Falcón del escrito inglés Robert Wilson, La Semana Negra de Gijón, y, por supuesto, El Crack de José Luis Garci, poco hemos podido disfrutar de un género muy ligado al imaginario (y entretenimiento) del siglo pasado.
Esa tendencia ha cambiado, no solo por estos lares, sino en todo el mundo. Los éxitos literarios provenientes de la fría Europa del Norte, los thrillers hipervitaminados surgidos de Corea del Sur, se han codeado con el enorme labor de Ed Brubaker en el mundo del cómic (Gotham Central, Batman, Capitán América, Sleeper, y sobre todo, Criminal), propiciando una segunda juventud para un género que nunca ha pasado de moda.
Adela es una madre preocupada por su hija, Jimena. Desconoce el motivo de su miedo, será la gran urbe o esa demasiada perfecta pareja de su hija, pero ese temor no la impide contratar a un antiguo policía llamado Vivar.
Un súbito asesinato envuelve a Vivar en una carrera a contrarreloj para salvar la vida de su clienta, además de resolver un crimen no buscado, mientras sigue desesperadamente sumergido en su vendetta personal.
Vivar es la nueva obra del guionista David Braña, autor que sabe moverse como nadie en relatos de género, sobre todo Noir, género que adora (y que me confesó en su paso por Tomando un Chiriflús), donde además sabe desenvolverse con suma facilidad.
Braña construye una sencilla historia, muy directa, sin atajos, jugando con todos los tópicos del género: detective privado con tumultuoso pasado y un dudoso gusto por la autodestrución, la inevitable Femme Fatale, una situación poco agradable, y cómo no, el fiel aliado. Vivar es un personaje construido en tópicos, así es, pero resulta cercano y muy conocido, más que nada, porque ningún protagonista de este género destaca por su originalidad, pero Vivar es nuestro tópico, ese antihéroe quijonesco que no sabe parar a tiempo, noble pero cruel a la vez, que prefiere recrearse en su huraño estilo de vida que acercarse a una normalidad que conlleve su felicidad, y a pesar de todo se desvive por ayudar al débil.
Con la acción situada en Madrid (aunque bien podría ser otra ciudad grande española, me viene a la mente Sevilla, que encajaría a la perfección tanto con la historia como con el protagonista), tanto Braña como Pedro Segade, dibujante de la obra, huyen de ubicaciones conocidas ha excepción de la Catedral de la Almudena, para llevar a su protagonista a través de un tour de force cuya meta parece lejana para él. Aún siendo una decisión acertada ubicar la acción en una ciudad tan grande como Madrid, me extraña mucho el poco papel que juega la misma, el poquísimo protagonismo que tiene, más allá de un par de lugares mencionados, máxime a la importancia que poseen las ciudades en este tipo de relatos (véase el ejemplo de Sin City de Frank Miller, por poner un ejemplo).
Vivar es una obra redonda que se lee con una facilidad pasmosa, tanto que se queda corta, dejando de ganas de más. Estamos ante el episodio piloto de una serie, de una Serie Negra con mayúsculas, que espero que tenga una continuación en el futuro. Las desgracias de Vivar bien lo valen.
No suelo comentar la ediciones de los títulos reseñados, pero esta vez hay que aplaudir a Nowevolution por su excelso trabajo en la cuidada publicación y edición de Vivar, un camino del cual las grandes editoriales deberían tomar nota.
jueves, diciembre 24, 2020
lunes, noviembre 30, 2020
Subnormal, una historia de acoso escolar
Comentaba a mi pareja que la mejor manera de definir este tebeo sería equipararla con Campeones, la genial película de Javier Fesser que nos mostraba el lado amable y divertido de un grupo de personas con discapacidad intelectual, logrando normalizar la situación casi oculta de este colectivo en la sociedad y en el día a día de los medios de comunicación.
Pero donde ganar o perder un partido de baloncesto no supone más que un avance emocional para todos sus protagonistas, en este tebeo, en esta otra historia, formar parte de un equipo de baloncesto te salva la vida.
Los vigueses Fernando Llor (La Confesión, El último día) al teclado y Miguel Porto (El Manglar, Malfario) a los lápices nos muestran otra realidad, aún más oculta, aún más cruel, el acoso escolar, donde ganar es vivir otro día en un mundo no tan amable, ni colorido.
Subnormal, una historia de acoso escolar es la historia real de Iñaki Zubizarreta Tellería, antiguo jugador profesional de la ACB, cuya infancia y adolescencia se tornó en una pesadilla diaria al sufrir todo tipo de vejaciones por parte de sus compañeros de colegio, e incluso de su propia profesora, simplemente por tener 11 años, ser algo introvertido y medir más que la media.
Resulta muy simple girar la cabeza e ignorar lo que nos rodea siempre y cuando evitemos que nos moleste o salpique. El acoso escolar, u otro tipo de acoso, es uno de los grandes males más ignorados por parte de todos, ya que normalmente el miedo a intervenir y fracasar o que te señalen (y juzguen, que no deja de ser otra manera de acoso) es mayor que las ganas de ayudar.
Pero Llor no quiere entrar en un debate con el lector, y por ende convencernos de salvar a todo aquel que sufre cualquier tipo de acoso. Él quiere mostrarnos de la manera más cruda y directa posible la historia de Iñaki, sin florituras, contarnos una historia de acoso, desesperación y superación personal, sin entrar en el espectáculo ni el morbo que vemos en cualquier programa de televisión o intento de documental.
Con una sencillez narrativa por bandera, Llor evita sumergirse en farragosos caminos para contarnos aquello que simplemente necesitamos ver y leer, una historia lineal sin saltos temporales artificiosos. No estamos ante un thriller o una novela histórica, que requieren explicaciones y flashbacks para entender la historia. Aquí hay un protagonista, una situación, el resto son secundarios que ayudan (dan paso) al desarrollo del trama, no llegan a ser meros espectadores, pero casi.
La motivación del acosado y los acosadores no se explica, no hace falta, está ahí y punto. No es necesaria por que la vemos, la sentimos, e incluso, la comprendemos a nuestro pesar.
Aún tomando alguna que otra libertad creativa para potenciar el mensaje (el móvil no existía en la época donde el protagonista sufría acoso escolar), Llor sale airoso al economizar la historia que el propio Iñaki le ha contado, evitando estirar en demasía la trama y desvirtuar la lucha interior y exterior por sobrevivir, sin que además se proyectara hacía su propia familia.
Con ese mismo ahorro de recursos narrativos plasma Miguel Porto la historia. Alejándose de sus experimentos narrativos por los cuales es muy reconocido (explosiones gráficas muy dinámicas), aquí Porto se limita a lo más básico, y a su vez nada sencillo, narrar la historia y que esta se entienda, por que ella es la protagonista, no el lucimiento del dibujante.
Páginas con un trazo más limpio, más cercanas a la BD franco-belga que al nuevo estilo independiente que nos viene desde tierras americanas, Porto se maneja a la perfección, sobre todo en las expresiones y en cómo se mueven todos y cada uno de los personajes que aparecen en las viñetas, por que ese lenguaje que desprende Iñaki, toda esa información que su propio cuerpo y sus expresiones faciales nos muestra, no necesitan diálogos ni explicaciones de más, de igual manera que un excelso actor de teatro.
Está claro que Subnormal, una historia de acoso escolar no pasará a la historia como la obra cumbre de ambos autores, pero si será la más relevante, aquella por la que serán reconocidos. Puede gustar o no, pero esa no es su función, sino mostrar una verdad, que sea otro paso para evitar una lacra ignorada.