NYC Moves To The Sound of LA
Funeral Party NYC Moves to The Sound of LA
Advertencia: Este Blog contiene material dirigido a un público adulto e incluye desnudez, lenguaje vulgar y alusiones de tipo sexual. Se recomienda orientación paterna.
Esa es exactamente la pregunta que se hace Ingrid, la protagonista de Para el Rastro, cuando encuentra la antigua carpeta de su abuelo, con las únicas páginas que nadie quiso en su momento, resultando ser su herencia artística.
Ingrid es la nieta ficticia del dibujante Rubén del Rincón, que en boca de Ingrid realiza un recorrido por su carrera artística y comercial con aquellas historietas e ilustraciones, algunas inéditas, a lo largo de sus colaboraciones en las revistas Kiss Comix y El Víbora (La cúpula), en el mercado francés dentro de la revista Lanfeust Mag, o su participación en el tomo Love Express del tristemente desaparecido Santi Navarro, entre otros.
Lo que bien podría ser una recopilación de historias e ilustraciones sueltas sin pies ni cabeza, se convierte en un testamento gráfico de la evolución artística y personal de Rubén, dividido en seis capítulos (más epilogo), pasando por sus primeros trabajos para concursos y editoriales, historias de complemento inéditas nunca publicadas en los álbumes recopilatorios de sus historias eróticas o de aventuras fantásticas y futuristas, además de proyectos fallidos que en un futuro pueden que se hagan realidad.
El nexo de unión entre las diferentes historietas, son unos textos introductorios dónde Rubén relata la historia que hay detrás de cada trabajo, su esfuerzo y posterior alegría o decepción, explicaciones necesarias para hilvanar y crear el tomo. Bajo el punto de vista de Ingrid, estos textos son la excusa necesaria para tratar de hacer todo lo posible para dar a conocer el trabajo perdido de su abuelo.
El trazo ágil de Rubén resulta todo un descubrimiento en aquellos que desconozcan su trabajo, desapercibido sobre todo para el lector habitual de superhéroes y Manga, nada ajeno para aquellos que han seguido su trabajo en el mercado franco belga en títulos como RGH (Robots Gigantes Homicidas) o Yolán el Terrible (ambos publicados por Glénat) o han disfrutado de su destreza al ilustrar bellos cuerpos femeninos en Nassao Views y Mesalina dentro de la revista Kiss Comix.
Con independencia del tipo de historia que deba ilustrar, Rubén demuestra en Para el Rastro un sinfín de recursos artísticos y estéticos, demostrando su habilidad para adecuarse a cada situación, pero siempre con un punto humorístico, equilibrando la historia y su resolución final.
Un verdadero descubrimiento, sobre todo para aquellos que bebemos las mieles de nuestros autores al otro lado del charco, dibujando las aventuras de héroes de múltiples colores, y desconocemos el otro legado artístico que dejan al otro lado de los Pirineos.
Desde ese momento una sucesión de palizas e intentos vacuos de realizar heroicidades llevan a Dave a proclamarse una popularidad enmascarada, el primer superhéroe de la era del Myspace y Youtube, una celebridad cuyo nombre es más un deseo que una intención propiamente dicha.
Hasta este punto, Millar consigue crear una historia interesante y atrevida que al final del tercer número se produce una cuesta abajo en sus intenciones iniciales, con la aparición de Hit-Girl con toda la casquería más típica de los cómics del Castigador o The Ultimates. Este es el mal que actualmente tiene Millar, antaño guionista original y descarado, amante de la hiperviolencia e ideas alocadas, más preocupado a día de hoy de hacer caja con sus adaptaciones cinematográficas (el excelente Wanted de viñetas a la irregular y pobre Wanted: Se Busca de Angelina Jolie), que escribir una buena historia como hacía antaño (Ultimate X-Men, Superman Rojo, The Authority).
A pesar que las intenciones iniciales se disipan de forma espontánea, la lectura de Kick-Ass es divertida y vacía al termino de la misma, cumpliendo su función a raja tabla, siempre y cuando te guste el humor negro y la violencia desatada por Big Daddy y Hit-Girl, ya que los escasos momentos cotidianos de Dave, terminan siendo una broma más en su intentona de meterse en las bragas de su amor de instituto (esta cree que es gay, produciendo uno de los mejores momentos del cómic, cuando aparece Kick-Ass gritando debajo de su ventana que Dave Lizewski no es gay), o su peculiar relación con su padre.
Aunque al final su papel protagonista termina siendo robado por Hit-Girl, la verdadera “superhéroe” del tebeo, homenaje ultraviolento de la Elecktra creada por Frank Miller (Sin City, 300) en su periplo en la colección regular de Daredevil (Hit-Girl es único personaje tridimensional, dentro de lo que hay, está claro, que termina uno cogiendo cariño, a pesar de los continuos momentos de ira desatada que protagoniza), la figura/personalidad de Dave no termina de convencer; sus intenciones de ayudar a los demás sean más o menos nobles, debido a que cree de verdad que está consiguiendo algo con sus actos, lo único que consigue es un efecto de imitación, tan común hoy, que no aporta originalidad a la trama ni al entorno creado por Millar, disipando todo lo conseguido en los primeros números.